Columna Periodística -Por Carlos Avendaño.-
Sinaloa: paraíso automotriz… para ladrones. En nuestro muy querido estado de Sinaloa, hablar del robo de vehículos es como hablar del clima: cotidiano, predecible y, por supuesto, ignorado por las autoridades. El delito no solo crece, se profesionaliza, se organiza y se exporta. Y aunque a veces parezca que la inseguridad se ha vuelto parte del folclore local, los datos muestran una realidad escalofriante: en los primeros 15 días del mes de mayo, se robaron tan solo 24 vehículos diarios. Sí, diarios, superando el récord de octubre del año pasado, cuando “solo” eran entre 20 y 22. Pero aquí no se roba por necesidad, sino con estrategia. El crimen organizado ha creado una curaduría automotriz de primer nivel. Veamos los segmentos: 1.- Alta gama: vehículos robados que terminan en ciudades como: CDMX, Monterrey, Guadalajara, o incluso Bielorrusia. Porque si algo sabe exportar Sinaloa (además de sustancias prohibidas), son carros sin placas. 2.- Blindados improvisados: camionetas 4×4, indispensables para los convoyes armados. La industria del narco móvil no descansa, siempre en busca de potencia, tracción y cristales polarizados. 3.- Taxis clonados: el modesto Nissan Sentra se ha vuelto el favorito para el camuflaje urbano. Porque la movilidad también necesita logística. 4.- Autopartes: un mercado que goza de excelente salud en tianguis, talleres y marketplaces, en donde la procedencia del motor o del retrovisor es tan opaca como los informes de la Secretaría de Seguridad. Pero no olvidemos a los punteros -esos operadores que vigilan, graban, informan- que ahora patrullan en pequeños Chevrolet Aveo robados, porque hasta en el crimen organizado hay austeridad republicana. La ciudadanía ha respondido como puede: cambiando sus camionetas por carros más modestos. Pero ni así. Ya no se trata del modelo, se trata de la oportunidad. Lo mismo se lleva un Mercedes-Benz que un Tsuru viejo con las defensas amarradas con alambre. Lo más grotesco es que las autoridades saben todo esto. Lo saben desde hace años. Y, sin embargo, el silencio oficial es ensordecedor. No hay estrategia, no hay operativos efectivos, no hay resultados. Solo hay conferencias con frases huecas como “ya se está atendiendo” o “lo estamos revisando con mucho cuidado”. ¿Cuánto cuesta esta red criminal? ¿Cuántos policías están coludidos? ¿Cuántos funcionarios hacen como que no ven? La pregunta no es si seguirán robando autos, sino cuánto más vamos a normalizarlo. En Sinaloa, la legalidad va en reversa, sin frenos y con las puertas abiertas. Literal…
¡Salud, casa por casa!… y los problemas, también. La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, por fin visitó Sinaloa… o bueno, apareció fugazmente como estrella invitada en un solo evento, en Mazatlán, para anunciar un programa que suena a medicina milagrosa del siglo XIX: “Salud, casa por casa”. Y sí, suena bien. Romántico incluso. Como esas brigadas médicas de antaño… solo que esta vez, con más selfies y menos fonendoscopios. El todavía gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, fiel al guión, no se contuvo con todos sus elogios y hasta la llamó “una mujer universal y gran estadista”. Vaya que la oratoria está en forma, aunque la economía y la seguridad están en terapia intensiva. Nos presentaron un programa que, aunque noble en intención, parece complicado en ejecución. ¿Cuántos médicos tiene Sinaloa listos para ir de casa en casa? ¿Con qué presupuesto si todo el dinero está destinado para los programas sociales? ¿Y la infraestructura médica? Por si fuera poco, se aprovechó la oportunidad para recordar que vienen las becas y los apoyos… porque si no hay soluciones de fondo, por lo menos que no falten los calmantes. Lo curioso es lo que no se dijo. En Sinaloa hay muchísimos problemas que ya no caben debajo del tapete: violencia en aumento, economía en caída libre, servicios colapsados, educación estancada, pero nada de eso se abordó en serio. Parece que la visita presidencial fue más bien una parada técnica para alimentar el boletín. Porque claro, hablar de “Salud casa por casa” suena mucho más bonito que decir “Crisis en todas las áreas de todas las casas”…
Guamúchil está que arde, y no precisamente por su progreso. Ahora resulta que en Guamúchil los Bomberos ya no acudirán a apagar incendios provocados por la quema de soca. ¿La razón? Porque están cansados, sin agua, sin gasolina y sin apoyo. En otras palabras: porque el gobierno los dejó solos, como suele hacer cuando se trata de algo que no es foto o evento protocolario. El comunicado de los heroicos traga humo fue por demás más que claro: “No arriesgaremos nuestras unidades ni a nuestros compañeros por la necedad de gente que quema sin pensar y por autoridades que prefieren hacerse de la vista gorda”. Y tienen toda la razón. Porque mientras ellos se parten el alma en los campos, la maquinaria oficial sigue bien aceitada, pero solo para las campañas, las selfies y los boletines huecos. ¿Dónde están los diputados locales? ¿Dónde están los alcaldes de la región del Évora? ¿Dónde está Rocha Moya que presume en cada mañanera que todo marcha viento en popa? Pues todos muy ocupados, seguramente, haciendo comités, inaugurando placas y repitiendo discursos sobre la Cuarta Transformación, mientras el monte arde y los bomberos se quedan sin diésel. Pero eso sí, cuando hay un desastre mayor o una tragedia, ahí sí corren todos a tomarse la foto con el casco prestado. Ridículos. Y lo más triste es que ahora toca a los ciudadanos decidir: ¿Vemos cómo se quema el campo o hacemos coperacha para comprar mangueras, diésel y sueros para los bomberos? Porque el gobierno, claramente, ya decidió: ellos van a seguir quemando tiempo, presupuesto y credibilidad…
Sin Redundar y diciendo las cosas tal y como son. Suyos los comentarios estimados lectores…
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